En la actualidad, estamos constantemente expuestos a mensajes que nos brindan información y consejos sobre nutrición para cuidar nuestro cuerpo y alcanzar un estado de salud perfecto. A menudo, vivimos con pensamientos obsesivos recurrentes sobre cómo debemos cuidarnos para lograr ese estado de salud ideal. Si no alcanzamos esos estándares y experimentamos la mínima alteración en nuestra salud, nos sentimos culpables y creemos que estamos haciendo algo mal o que deberíamos estar haciendo más.
Este enfoque excesivo en la búsqueda de una vida saludable se conoce como salutismo. El salutismo se refiere a la tendencia de dedicar una atención desproporcionada a la salud, descuidando otros aspectos importantes de la vida, como las relaciones sociales, el disfrute de la comida, el equilibrio emocional y la calidad de vida en general. Lamentablemente, muchas personas viven de esta manera en la actualidad, especialmente en ciertos sectores privilegiados donde el acceso a servicios de salud, productos de bienestar y chequeos médicos es más fácil.
Es crucial recordar que la salud es un privilegio al que no todos tienen el mismo acceso. La cultura del wellness se ha convertido en una industria que a menudo genera un sentido de estatus social. Las personas se enorgullecen de asistir a clubes exclusivos, comer alimentos orgánicos, criticar la calidad de los alimentos actuales o consumir suplementos que adquirieron en sus viajes al extranjero. Sin embargo, es importante recordar que no todas las personas tienen acceso a estos recursos y, además, nadie tiene nos debe salud a nadie.
Compartir mensajes que alarmen y hagan sentir culpables a las personas por descuidar su salud, por no poder recibir atención médica de calidad o por no comer alimentos de mejor calidad, fomenta dos cosas: primero, que las personas con acceso a ciertas conductas consideradas saludables, se sientan moralmente superiores y, segundo, que la búsqueda interminable de la salud nunca sea suficiente, generando estrés, ansiedad, obsesión y sacrificando la salud mental.
Aquí es donde entra en juego la Nutrición Compasiva, que invita a cuidarnos desde una perspectiva integral, teniendo en cuenta nuestra salud física, pero también nuestro contexto social y psicológico. Los seres humanos somos seres biopsicosociales, tenemos un cuerpo para cuidar, pero también una mente. No se puede hablar de salud si se sacrifica la salud mental.
¿Cómo puedes comenzar a practicar la Nutrición Compasiva?
- Enfócate en incluir en lugar de eliminar: busca alimentos de calidad nutricional y haz tus comidas más completas en lugar de enfocarte en lo que debes restringir o evitar. Mientras más tratemos de restringir algo, más atractivo se vuelve.
- Cultiva conductas de autocuidado integral: busca el bienestar en todos los aspectos: físico, mental y social.
- Permítete ser flexible: la alimentación es un proceso dinámico que no tiene que ser igual todo el tiempo. Si buscas la perfección, es probable que termines estresado o frustrado.
- Comienza por lo básico: no necesitas hacer todo lo que se supone que es más saludable, como tomar un sinfín de suplementos o seguir una dieta de moda. Comienza haciendo pequeñas cosas todos los días que te brinden bienestar y recuerda que menos es más.
- Trabaja en la autocompasión: suelta la idea de que tu salud tiene que ser perfecta y que está en tus manos lograrlo exclusivamente. Si bien nuestros hábitos influyen, hay muchos otros factores de salud que están fuera de nuestro control. Intenta hacer lo que puedas en cada momento, permitiéndote no ser perfecto y acompañándote en el proceso sin exigencias o autocríticas constantes.
Si deseas profundizar más en cómo llevar una nutrición más compasiva y gentil, que te permita cuidarte de forma integral para disfrutar de una mejor salud física sin descuidar tu salud mental y vida social, te invito a seguirme en mis redes sociales, donde encontrarás más información sobre este tema.
Con cariño,
Carla